Por Carla Bravo-Reimpell *
«La gloria es una incomprensión y quizás la peor”
(Jorge Luis Borges, 2011, p.116)
La escritura que cuestiona, que interroga su puesta en acto. Una herramienta, al fin de cuentas, que toma múltiples caras, apariencias que no siempre dejan al descubierto el rostro de qué o quién hace uso de ella.
Dos películas nos ofrecen algunos indicios. La primera es D´après une histoire vraie (en castellano, Basada en hechos reales) de Román Polanski, coproducción franco-ítalo-polaca de 2017 inspirada en la novela homónima de Delphine de Vigan. La segunda, El ciudadano ilustre, filme argentino de 2016 dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn.
Comencemos por Basada en hechos reales. Primera escena: una escritora, Delphine Dayrieux, enfrenta con agobio la firma de ejemplares de su más reciente y exitosa novela, ante una larga fila de lectores que le confiesan como su literatura los apuntala en la vida. Cuando Delphine da por terminada la sesión de manera abrupta y se encuentra sola, aparece “Ella”. ¿Quién es esta mujer que irrumpe con su primera exigencia, “Firme, por su más grande admiradora” Es claro, desde el comienzo del film, que el acto de escribir no se afirma para Delphine en su popularidad o en cualquier otro semblante que vaya por el lado de la gratificación; por el contrario, la intrusión viene sin velo desde lo real en tanto Otro perturbador, Otro que goza de la novelista haciendo de la escritura, como veremos a continuación, su instrumento de mortificación. En la respuesta de Delphine a este primer imperativo de goce, “Firmo uno más y desapareceré”, se palpa la fragilidad imaginaria y simbólica que la atraviesa, frente a este empuje a la escritura del cual no logrará sustraerse. El ritmo de la relación entre estos dos personajes quedará así cristalizado.
Delphine, una mujer de mediana edad, que mantiene poco contacto con sus hijos ya adultos, con una relación de pareja que se ubica en un punto intermedio entre la independencia y el desapego, se encuentra en un momento crucial: acaba de terminar una novela sobre su madre, quien muere por un acto suicida, y enfrenta la escritura de un próximo libro. Así llega Ella a su vida, mostrando inicialmente su cara más sutil: la de la otra que escucha, que se interesa por sus relaciones familiares y que busca protegerla, pero ¿de qué? El contenido persecutorio aflora cuando Delphine comienza a recibir inexplicablemente cartas anónimas de tono difamatorio en las cuales se le acusa de traicionar a su madre y de lucrarse de su historia familiar con su novela. Ante el derrumbe subjetivo de Delphine, Ella comienza a dirigir su correspondencia, su agenda, sus presentaciones públicas, mutando rápidamente su aparente rol protector al de opresor, al mostrar que su principal objetivo es ejercer un control absoluto sobre el oficio de la escritora. Este Otro tiránico criticará su intención de escribir ahora una historia basada en la ficción e impondrá progresivamente a Delphine el tema de su próxima novela: su “historia oculta”, la que toca su vida. Lo anónimo como elemento que irrumpe para castigar una escritura precisamente anónima, que omite la autorreferencia; y lo autobiográfico como el rasgo que se exige reivindicar, no por azar conjugados en Ella, quien se presenta como esa escribana de autobiografías por encargo que no compromete ni su nombre ni su vida.
Una secuencia de tono alucinatorio se muestra en la película para representar aquello que desde el terreno materno retorna en tanto escindido: vemos a la madre de Delphine arrojando la laptop de ésta por la ventana hacia esa otra ventana de un edificio vecino donde habita una vigilante Ella. Esto, luego que Delphine se confronta con un retrato en gran formato de esta madre en una exposición fotográfica (el mismo retrato que hace la portada de su libro) y saliese huyendo aterrada. Si la madre dio fin a su labor de Otro perseguidor con la novela terminada, llegó el momento que Ella tome su lugar para que Delphine escriba la novela por venir.
En el clima de tensión que dicta esta dinámica, la escritora creerá estar construyendo su creación literaria a partir de la vida de Ella, sin entender que en efecto es de su propia vida de la que se trata en la obra. Y la novela advendrá, basada en esos hechos, muy reales, que configuran la relación de Delphine con su perseguidora. Esto, no sin antes sortear los límites de la autodestrucción.
Vemos entonces que para Delphine la escritura se sostiene en tanto ella se convierte en la víctima del yugo más implacable, en el objeto de goce del Otro sin mediación simbólica posible. La perturbación hecha herramienta a la medida de lo real, que opera sobre el escritor para forzar la producción literaria.
Veamos ahora como se constituye subjetivamente el acto de escritura para Daniel Mantovani, el escritor de El ciudadano ilustre. Primera escena: cabizbajo, nuestro personaje espera en una sala el momento de ser llamado para entrar al gran teatro y recibir nada menos que el Premio Nobel de Literatura. Su discurso, precedido de la afirmación “Hablaré en castellano”, no tiene desperdicio alguno; es la esencia de su división, de lo que le es marca significante y goce en tanto artista:
Dos sensaciones encontradas me invaden al recibir el Premio…por un lado me siento alagado, muy alagado, pero por otro lado, y esta es la amarga sensación que prevalece en mí, tengo la convicción de que este tipo de reconocimiento unánime tiene que ver directa e inequívocamente con el ocaso de un artista, este galardón revela que mi obra coincide con los gustos y necesidades de jurados, especialistas, académicos y reyes…evidentemente yo soy el artista más cómodo para ustedes, y esa comodidad tiene que ver muy poco con el espíritu que debe tener todo hecho artístico…el artista debe interpelar, debe sacudir, por eso mi pesar por mi canonización terminal como artista. La más persistente de las pasiones, sin embargo, el mero orgullo, me impulsa hipócritamente a agradecerles por haber dictaminado el fin de mi aventura creativa. Pero por favor, no quiero que con esto interpreten que los estoy responsabilizando a ustedes, nada más lejos, aquí hay un único responsable, y ese soy yo. Muchas gracias.
Para confirmar su desgracia, los presentes no dudan en ovacionar a Daniel. Com-placer para el escritor cuando se perturba al Otro. Ecuación del arte que define a Daniel y que invierte su postulado al hacerse merecedor del premio, dando como resultado el perturbar al escritor cuando se complace al Otro, con el goce mortificante que esta variante le deja y que se manifiesta en la inhibición de su escritura por casi cinco años. ¿Qué hace de corte a esta detención?
Una carta, y no cualquiera. De entre esas muchas invitaciones para eventos, conferencias y demás que hacen una larga cadena de prescindibles, un eslabón se traduce en ruptura y llamado. Una invitación para recibir el nombramiento de “ciudadano ilustre” de su natal Salas, lejos en tiempo y espacio de su actual Barcelona. Daniel dirá: “Hace casi 40 años, me fui a los 20 y no volví más. Creo que hice una sola cosa en mi vida, escapar de ese lugar…mis personajes nunca pudieron salir y yo nunca pude volver”. Sal-as, poder hacer que tuvo como condición el salir, romper con la perturbación que le imponía el Otro de sus orígenes. Daniel comprende que se impone una nueva salida, que no es posible sin el retorno.
¿Qué reencuentra Daniel en Salas? El “destino pueblerino” que le es tan propio como ajeno, y que retorna encarnado en el patetismo de la novia y los amigos del pasado, en las componendas de la pequeña política de provincia, en los falsos reconocimientos, en la ignorancia. Y, además, halla un lugar privilegiado, como ese objeto de homenajes y honores que queda materializado en el busto de la plaza, que ahora luce su rostro, y que lo hace ser “… una clase de prócer al que se le saca del ropero y se le aplumerea para que asista a algún acontecimiento cultural y diga algunas frases de ocasión, para después volver a guardarlo…”.
Desalojarse de esta posición, revertir la perturbación para que recaiga sobre el Otro, máxima que comienza a mostrarse ya en su primer discurso: “sigo siendo de Salas, aunque no lo quiera”. La punta, la lanza misma, son sus ideas sobre la literatura, el arte y la cultura en general, que no duda en espetar a los presentes en cada uno de los eventos a los que asiste. En su última presentación pública en Salas, de la cual saldrá por la puerta de atrás luego de ser el blanco de ofensas y de alguna que otra sustancia poco decorosa, dirá:
La mejor política cultural es no tener ninguna…siempre se considera a la cultura como algo débil, frágil, raquítico, que necesita ser custodiado, protegido, promovido y subvencionado. La cultura es indestructible, es capaz de sobrevivir a las peores hecatombes…creo que la palabra cultura sale siempre de la boca de la gente más ignorante, más estúpida y más peligrosa….
Acto seguido, su salida de Salas, a oscuras y cazado a tiros como ningún otro animal. Este no será su final. En una rueda de prensa, Daniel hace la presentación de su nuevo libro, El ciudadano ilustre. Un re-anudamiento logrado para el arte. Una ruptura definitiva con el Otro del “destino pueblerino”, con el significante mortificante que abandona la carne: “Irse no es dejar de estar; durante años cuando aquí llegaba el invierno, yo sentía el verano de mi pueblo en el cuerpo. Ya no es así”. La imagen de un hombre que corta su barba para ser otro, como en uno de sus cuentos. Y un goce renovado y renovador, un rostro de dicha y la afirmación “todos los escritores somos egocéntricos, autorreferenciales, narcisistas y vanidosos. Creo que eso constituye una herramienta absolutamente imprescindible para la escritura. El lápiz, el papel y la vanidad. Sin eso no se puede escribir nada”.
El Otro que se impone, ya sea irrumpiendo desde lo real o retornando desde lo reprimido, para comandar al escritor y dar lugar a la obra literaria. Éxito y reconocimientos pasan a un segundo plano, frente al goce que deja en el sujeto su accionar. Solo a partir de ese movimiento, de ese corte que logra Daniel al final de El ciudadano ilustre, podemos pensar en la escritura como solución. La herramienta, por fin, en la mano del escritor.
Referencias
Borges, J.L. (1944): Pierre Menard, autor del Quijote. Ficciones, en Jorge Luis Borges Cuentos Completos. Buenos Aires, 2013. Grupo Editorial Lumen.
Polansky, R. (2017): D’après une histoire vraie. Lions Gate Entertainment.
Duprat, G. y Cohn, M. (2016): El ciudadano ilustre. Aleph Media, Televisión Abierta, A Contracorriente Films, Magma Cine.
:[Foto] Recuperado de: http://www.revistacinefagia.com/2018/03/basada-en-hechosrealesdapres-une-histoire-vraie/
: [Foto] Recuperado de: https://www.elciudadanoweb.com/ciudadano-ilustre-un-leon-en-venezia/