Durante mis salidas matinales en bicicleta -un verdadero hallazgo para mí frente a la inmovilidad del confinamiento- he observado en algunas ventanas de apartamentos del barrio donde vivo, dibujos de arcoíris que recubren toda la hoja, acompañados del mismo mensaje: “Todo va a estar bien”.
La monotonía de representación gráfica y mensaje me trae ecos del pasado: durante los años que trabajé en el sector educativo, me llamaba la atención la tendencia cada vez mayor de los docentes -especialmente de preescolar- en solicitar a los/as niños/as el “rellenado” de imágenes reproducidas, “iguales para todos”, bajo el argumento de que “deben aprender a rellenar sin pasar de los límites”. Todo parecía reducirse a una destreza perceptivo-motora. Las hojas en blanco, vacío en el que cabe lo propio, parecía exiliado de las escuelas.
Busco entonces un poco de información sobre esta campaña, #TodoVaAEstarBien. Leo que se originó en Italia, “como un movimiento ciudadano a través del cual los niños y sus familias daban fuerzas a sus compatriotas en los momentos más críticos de la crisis [pandémica] en ese país” [1], extendiéndose hasta llegar a nuestros países latinoamericanos. Si, como menciona un representante de Aldeas Infantiles S.O.S -organización que encabeza esta campaña en Tarija, Bolivia- “decidimos promover[la] para que sea la voz de las niñas y niños la que nos reconforte para seguir cuidándonos” [2], no deja de ser paradójico entonces que, más allá de las loables intenciones con las que se lleva a cabo, lo que se espera inconscientemente sea que los/as niños/as escuchen y transmitan sólo lo que los adultos quieren y necesitan escuchar.
Y aquí surge el asunto que queremos interrogar: ¿qué espacio dejamos para que las niñas y niños, más allá de colorear un arcoíris ya configurado (incluso en internet podemos conseguir los modelos que facilitan la labor) y repetir una frase que les es dicha, plasmen sus preguntas y sus preocupaciones en torno al confinamiento y la pandemia? Porque las tienen, aunque no queramos o podamos oírlas. La idea no es ir contra esta iniciativa, siempre y cuando el/la niño/a consienta a ella; sino llamar la atención para que no se cierre ese margen que hace posible que lo propio de cada niño/a se despliegue, tanto sus inquietudes como las respuestas que pueda irse dando. ¡Y qué gran acceso da el dibujo, sobre una hoja maravillosamente blanca, para que esto se haga posible! Para ilustrar estas múltiples y singulares posibilidades que puede tomar la palabra y el dibujo, los remito al siguiente reportaje: De Buenos Aires a Tokio en 60 fotos: las historias detrás de los dibujos de los niños encerrados por la cuarentena del coronavirus en todo el mundo [3].
[1] Vargas Villena, Jesús (2020): “¡Todo va a estar bien! La campaña de los niños de Aldeas Infantiles”. Verdad con Tinta [en línea]. 18 de abril de 2020. Sección: En el Tintero. [consulta: 12 de julio de 2020]. Disponible en: www. VerdadConTinta.com
[2] Ibídem
[3] Infobae: “De Buenos Aires a Tokio en 60 fotos: las historias detrás de los dibujos de los niños encerrados por la cuarentena del coronavirus en todo el mundo”. Infobae [en línea]. 23 de abril de 2020. [consulta: 12 de julio de 2020]. Disponible en: www.Infobae.com
Imagen: Tomado de www.infobae.com